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Antonio Guansé nació el primer día de enero del año 1926, en Tortosa, una ciudad del noreste de Cataluña. Hijo de funcionario y sobrino del escritor Domènec Guansé, se trasladó con su familia a Barcelona, donde realizó estudios secundarios y escribió, a la edad de once años, sus primeros poemas. Este amor por la poesía no desaparecerá nunca y se verá reflejado en su trabajo como pintor.

 

Su interés por la pintura apareció alrededor de 1945. Pintó sus primeros cuadros, retratos y paisajes de Cerdaña. Pero su obra y su personalidad se enraizan en las profundas visiones telúricas de dónde él era originario, las tierras del Ebro. De 1948 a 1951, en los tiempos en que se adhería al grupo de Ciclos Experimentales Arte Nuevo y frecuentaba el Instituto Francés de Barcelona, conoció a una generación joven con ganas de sacudir el arte, que había quedado en estado latente desde la guerra civil. Guansé pasó largas temporadas en Ibiza y en las Islas Baleares, donde pintó el mundo de pescadores y agricultores.

 

El 26 de enero del año 1953 llegó a París con la ayuda de una beca del gobierno francés. Allí conoció a Pablo Picasso, una de sus principales influencias. En 1954 se instaló definitivamente en París y empezó a presentar exposiciones con regularidad. De 1956 a 1958, el color jugó un papel predominante en sus obras, y las formas estallaron. Posteriormente, un ‘dinamismo orgánico’ creó composiciones que se aproximan a lo que denominamos como ‘expresionismo abstracto’.

 

En 1959, su investigación se centró en un nuevo lenguaje visual, lo que más tarde se llamaría ‘Neofiguración’: un movimiento artístico que recorre la transición desde la abstracción hegemónica de la década de 1950 a la ‘figuración narrativa’, lanzada en 1965.

 

En 1962, ganó en París el Premio de la Crítica.

 

En 1965, perseveró en la representación de lo humano: el cuerpo, la mujer, la pareja y el espacio que los rodea: ventanas, espejos, multitudes, y ciudades. En 1967, fue seleccionado para el Premio Internacional Marzotto.

 

A partir de 1968 produjo sus primeras ilustraciones literarias, de poetas franceses y españoles, incluso «  Dit de la Force de l’Amour » de Paul Eluard.  Hizo sus primeros tapices y pintó temas que afectaban al hombre de su tiempo, tales como paisajes urbanos, televisores, teléfonos. En 1977 Guansé realizó ante el público y junto a otros ocho pintores su cuadro Béton (4 x 3 m) en el andén del metro Saint-Augustin de París. Trabajó con empeño sobre las formas y los colores, reflejando sus preocupaciones, sus ansiedades y su evolución.

El artista coleccionó durante su trayectoria más de un centenar de exposiciones individuales, destacando, recientemente, las del Museo de Tarragona en el 2001 y de París en el 2008, así que un homenaje póstumo "Guansé y sus amigos de Paris" en Madrid.  También se pudo apreciar su obra en la gran exposición de la UNESCO en 1996, durante la celebración de los cincuenta años de la Escuela de París.

 

Su camino fue el de un ser solitario, celoso de su libertad y su independencia. Nunca intentó convencer a nadie de la legitimidad de su enfoque artístico. Su obra habla por sí misma y afirma un carácter que nos arroja siempre un poco más hacia la simplificación: en el despojo de las formas y la necesidad de ir -o volver- a lo básico. La presencia del hombre se reafirma en el trascurso de los cuadros y las etapas. 

 

Antonio Guansé murió el 22 de noviembre de 2008 en París. Su obra es presente en numerosas colecciones públicas de prestigio, pero también en el Museo Nacional de Arte Moderno de París, el Museo de arte contemporáneo de Madrid y el de Toledo. Antonio Guansé tenía su lenguaje – un lenguaje figurativo y estallado, virtuoso, que se ablandó gradualmente con el tiempo, bajo forma de golpes de Estado permanentes en la forma y el color.

 

La fraternidad era la característica del hombre y del artista.

 

Christophe DAUPHIN

(Revista: «Les Hommes sans Epaules»).

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